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Historia de la cerveza

Cerveza

A pesar de que eEspaña es conocida principalmente por ser un país productor y consumidor de vino, la verdad es que la cerveza también es una bebida muy importante en el país. Al igual que el vino, la cerveza es una bebida fermentada, por lo que probablemente sea también muy antigua, ya que la tecnología para elaborar este tipo de bebidas apareció muy pronto. Sin embargo, no se sabe con seguridad quién la trajo a la Península Ibérica. La fórmula pudo ser heredada de los griegos o los fenicios, que comerciaban en el sur del país y en otras áreas del Mediterráneo.

Otras teorías afirman que llegó de la mano de los soldados libios. Fuera como fuese, tenemos referencias de Plinio el Viejo -al que no le gustaba la cerveza de Hispania- de que los ibéricos bebían demasiada.

Al contrario que el vino, la cerveza española pasó bastante desapercibida en Europa durante cientos de años hasta que el emperador Carlos V llegó a España desde Flandes, trayendo consigo a su corte y sus extrañas costumbres. Carlos nació en Gante en 1500. Con el tiempo, se convertiría en el hombre más poderoso del mundo de su tiempo, pero como condición para acceder a la corona española, debía consentir a aprender español y a vivir en Castilla. Flandes no era un país productor de vino, por lo que tenían bastante afición por la cerveza, la cual fue importada a España por el rey. Carlos también se trajo a un maestro cervecero de Europa Central e instaló una pequeña fábrica de cerveza en un monasterio.

La fábrica de cerveza española se construyó junto a la ribera del río Manzanares, debido a la alta calidad de su agua (la capital de España era entonces Valladolid, y no Madrid, por cierto), y funcionó desde 1537, elaborando cerveza para el rey, al que le gustaba beberla helada, para espanto de su médico, y cerró en 1558, cuando el rey abdicó y se retiró al Monasterio de Yuste, en Cáceres.

Cerveza española

Sin embargo, el gusto del rey por la cerveza no lo compartía el pueblo, que le odiaba. Su hijo y sucesor, Felipe II, ordenó que se recuperase la producción de cerveza en la ribera del Manzanares -ahora Madrid ya era la capital de España, ya que la Corte se había desplazado allí-. El número de grandes fábricas de cerveza española varió desde entonces, pero a pesar de que la cerveza no era especialmente popular, desde entonces siempre habría producción de cerveza en España.

Aún así, ni la plebe ni la burguesía se sentían muy atraídos por la bebida dorada. A lo mejor no tenía mucho que ver con Carlos V, sino con el hecho de que el vino en España era bueno y barato.

Las fábricas de cerveza española en Madrid abrieron en 1611, y la mayoría llevaban el nombre de sus dueños, que eran flamencos, alsacianos o alemanes, cualquier cosa menos españoles. Pronto se establecieron normas y regulaciones relacionadas con la producción de cerveza, como por ejemplo los ingredientes que se debían usar: trigo, cebada y lúpulo. Si se usaba cualquier otro ingrediente, el fabricante debía pagar una multa.

Aún así, a nadie en España le gustaba la cerveza, y las referencias de la época no la dejan en muy buen lugar. Sólo a partir del principio del siglo XX comenzó a alcanzar la popularidad suficiente para abrir grandes fábricas. Mahou (Madrid) abrió en 1890, Águila en 1900, Cruz del Campo (hoy Cruzcampo) en 1904 y Damm en 1910.

Sin embargo, se volvieron las tornas, y a partir de los años 60 se convirtió en la bebida de verano favorita por dos motivos: su bajo contenido alcohólico y su poder refrescante. Al contrario que en siglos anteriores, la cerveza llegó a ser más barata que el vino, lo que quizá contribuyese a su creciente popularidad.

Hoy en día, la cerveza es una de las bebidas preferidas cuando vas a un bar español, y suelen ser más baratas que las bebidas sin alcohol. No es extraño que la gente se pida una caña -un vaso pequeño de cerveza-, que se suele acompañar de una tapa. Estos pequeños vasos ayudan a que te acabes la cerveza antes de que se caliente demasiado, como ocurre con una pinta. También, que es más fácil ir de una bar a otro, ya que no se tarda mucho en terminarse una caña. Irse de cañas y tapas es una gran actividad para hacer con amigos en España.